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Los hijos de la viuda
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     Es uno de los grandes misterios de la masonería que acepta diversas interpretaciones. Para entenderlo es necesario conocer a la figura del primer masón, Hiram Abif, supuesto arquitecto y constructor del templo de Salomón e hijo de una viuda. Hiram fue asesinado por tres compañeros de profesión por no revelar sus secretos. La masonería especulativa ha adoptado su figura y creado a su alrededor una mitología simbólica que refuerza los valores y principios masónicos. Cada masón hoy es considerado hijo de la viuda. La masonería operativa, la primera que existió, data del siglo XIII, cuando los maestros que participaban en la construcción de las grandes catedrales europeas forman las primeras logias como centros de aprendizaje y transferencia de conocimientos, manteniendo estos en estricto secreto.


     Más tarde, entre los siglos XVI y XVIII comienzan a aceptar la incorporación a estas logias de personas provenientes de otras profesiones llamados masones aceptados, que finalmente acabarían por formar la masonería especulativa en 1.717, fecha en la que se funda la Gran Logia de Inglaterra. Ya no son masones, no son constructores. De hecho, lo único que mantienen de ellos son símbolos y algunos rituales. Siempre en busca de la luz, de realizar la mejor acción, de cambiar el orden mundial en aquellos años en los que predominaban las monarquías autoritarias y el imperialismo por toda Europa, de entregar el poder al pueblo. Y comienza su expansión por todos los estamentos sociales hasta que tocan el poder, organizan revoluciones, conspiraciones para derrocar estados, se les podría atribuir incluso la creación de nuevas naciones como Estados Unidos, nacido bajo los preceptos de la masonería.


     Y con el poder vinieron la corrupción, la manipulación, la adulteración de sus principios y de sus objetivos. Como gran organización, con miembros nobles de firmes principios y otros que buscan sus objetivos personales a toda costa. En Pathos se muestran las dos caras de una misma moneda. La ambición que logra pervertir los principios y valores de los hombres y la nobleza de una causa justa, ilusionante y plena.

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